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jueves, 17 de septiembre de 2015

QUIEN ES JESÚS?

¿Quién es Jesús?

Es la pregunta que Jesús hace a sus discípulos al llegar a Cesarea de Filipo, allí donde nace el río Jordán.

El Señor va a comenzar su “subida” a Jerusalén, y quiere ver qué tal le ha ido con su predicación y milagros, qué resultados ha obtenido, tanto en sus discípulos como en las demás personas.
Es una pregunta sobre su “identidad.

Podríamos decir que pregunta sobre la “esencia” de su persona, qué se ha entendido de Él.
Cuando se habla de qué han entendido los demás, se lo hace en tercera persona: “Dicen...”. Pero al grupo de los discípulos la pregunta va en segunda persona: “ustedes, qué dicen...?”
Hay un movimiento del amor en la develación de la identidad, en llamar al otro por el nombre.
Implica conocerlo.

Y es recíproco: Y así se da, de Pedro a Jesús y, correspondiéndole, de Jesús a Pedro.
Uno en esto se expone: “-¿Qué dicen los demás de mí?”. Implica abajamiento y riesgo. Juegan mucho las apariencias.

En la segunda persona, es más realista, implica un compromiso personal y una involucración con el otro, sujeta a replanteos y explicaciones.

Este episodio tiene un origen inmediato en el capítulo 6 (14-16).

Luego de una serie ininterrumpida de milagros de Jesús que dejan a todos pasmados, hasta al mismo rey Herodes, quién se preguntaba por Jesús, pensando que era Juan el Bautista, al que había mandado decapitar, resucitado y operando en él poderes milagrosos. Otros decían que era Elías o algún profeta.
Seguidamente Jesús hace más milagros, pero es significativo para nuestro tema la curación de un sordomudo (7, 31ss.) y de un ciego (8. 22ss.).

Cura a alguien que no escucha y que no puede hablar, y luego a otro que no puede ver.

Enseguida hace la pregunta a sus discípulos: “-¿Quién dice la gente que soy Yo?”. “-Y ustedes, quién dicen que soy Yo?”.

Como para ver, después de tantos milagros y curaciones, si ellos ahora también pueden ver y oír, y proclamar lo que sus ojos ven y sus oídos oyen.

Los de “afuera”, los otros, para los discípulos, creen ver en Jesús a Juan el Bautista, Elías o un profeta, tal como había ya aparecido en el episodio de Herodes.

Son personajes positivos, pero del pasado.

Nadie se imagina en Jesús a Dios, que “viene del futuro”.

Podríamos agregar otras cosas, generalmente positivas, que dicen muchos sobre Jesús:

El fundador del comunismo.
Un guerrillero ejecutado.
Un filántropo, predicador de la paz y del amor.
El súper-star (la súper-estrella).
Un maestro (rabí judío), un profeta.
Un gran hombre.
Un entretenimiento histórico, hacedor de prodigios (Herodes: Lc. 23, 8-12).
Un entretenimiento científico: si existió o no existió, si murió en la India, si se casó y tuvo hijos, si se puede comprobar tal o cual cosa, aunque la respuesta sea positiva... –el canal “Infinito”-).
Un multiplicador de comida, de pan, de prosperidad. Un Jesús ecónomo.
Alguien que arregla los problemas de pareja: Jesús psicólogo o sexólogo.
Un personaje que ejerce el curanderismo, aún ahora.
Pedro hace una confesión de fe adecuada acerca de la identidad de Jesús, pero no completa.
Jesús a su vez profesa su amor a Pedro devolviéndole el reconocimiento.
Para Pedro es el Mesías (el Cristo), el Ungido de Dios, el Hijo de Dios.
Jesús es Uno de la Trinidad. Manifiesta también la pluralidad de Personas en Dios.
Y Jesús, en el Evangelio de Mateo, le devuelve el piropo, y le dice a Pedro quién es él y su misión en la vida.
Le da las llaves del Reino, lo que implica dominio de las situaciones y de la vida.
Ubicación en ella.
Conocimiento del Plan de Dios sobre la vida personal, y sobre la misión que tiene para cada uno. Orden de prioridades y de afectos.
Plan de vida para entrar en el Reino. Seguimiento de Jesús incondicional para abrir las puertas del Cielo.
Pero inmediatamente Jesús anuncia el camino de la pasión para su glorificación, y Pedro rechaza el Plan de Dios.

¿Se quedó en el plano de las ideas, y no lo bajó a las obras?

Hay que reconocer la divinidad de Jesús, pero también su plan y su forma de vivir.
No hay gloria, resurrección, vida abundante, sin cruz y sufrimiento entregado y por amor.
Son como las dos caras de una misma moneda:
De un lado está la cruz, del otro la Resurrección y la Vida en abundancia.
Aquí se dan mezclados, no podemos, aunque queramos, dejar de sufrir.
En la eternidad sólo se dará una moneda de dos caras: La de la resurrección y la gloria.

Podemos decir que Jesús es el rey de mi vida y de mi corazón, mi amigo, mi Señor y Salvador.
¿Pero llevo la vida que a Él le gusta?
¿Le soy agradable?
¿Encuentro en Él, como Dios, la fuente de mi felicidad?
¿Experimento la Vida en abundancia que me vino a traer?
¿Soy testigo de lo que digo creer sobre la identidad de Jesús, tanto con mis palabras como con mis obras?
Terminamos con lo que Jesús dice de Sí mismo:

“-Yo Soy el Mesías” (Jn. 4, 25-26).
“-Yo Soy el Pan de vida” (Jn. 6, 35, 41. 48, 51)
“-Yo Soy la Luz del mundo” (Jn. 8. 12; 9, 5)
“-Yo Soy la Puerta” (Jn. 10, 7.9).
“-Yo Soy el Buen Pastor” (Jn. 10, 11. 14-15)
“-Yo Soy la Resurrección y la Vida” (Jn. 11, 25)
“-Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14, 6)
“-Yo Soy la Vida verdadera” (Jn. 15, 1. 5)
“-Yo Soy Jesús” (Hch. 9, 5)
“-Yo Soy el Alfa y la Omega” (Ap. 22, 13)
“-Yo Soy” (Jn. 6, 20; 8, 24. 28; 13, 19; 18, 5-6.8)

Es el mismo Nombre de Dios que YHWH le revela a Moisés, cuando éste le pregunta su Nombre en Ex. 3. 14.

Jesús tenía plena conciencia de su identidad divina.
Gustavo Daniel D´Apice
Profesor y Bachiller en Teología (UCA)
http: //webs.uolsinectis.com.ar/gusdada
http: //es.catholic.net/gusdada

Jesús de Nazaret pasó por el juicio judío y el romano, fue azotado y sentenciado a muerte por crucifixión. La flagelación produjo laceraciones en forma de rayas y considerable pérdida de sangre, y probablemente contribuyó al shock hipovolémico, como se evidencia por el hecho de que Jesús estaba demasiado débil para cargar la cruz (patíbulum) hasta el Gólgota. En el lugar de la crucifixión, sus muñecas fueron clavadas al patíbulum, y, luego que el patíbulum fuera alzado hasta el poste (estípite), sus pies fueron clavados al estípite.

El mayor efecto patológico de la crucifixión era la interferencia con la respiración. Así la muerte resultaba básicamente de shock hipo-volémico y asfixia. La muerte de Jesús fue asegurada por una punzada de lanza en su costado. La interpretación médica moderna del evento histórico indica que Jesús estaba muerto cuando fue bajado de la cruz.

 (JAMA 1986; 255; 1455-1463)


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