¿Qué es el cielo?
La definición del Cielo que nos da el Catecismo de la
Iglesia Católica es:
"El Cielo es la participación en la naturaleza divina,
gozar de Dios por toda la eternidad, la última meta del inagotable deseo de
felicidad que cada hombre lleva en su corazón. Es la satisfacción de los más
profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta comunión de
amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos. Los bienaventurados
serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es." Catecismo de la
Iglesia Católica, 1023-1029, 1721-1722.
Seguramente has de estar pensando: "¿Qué el Cielo es
qué? ¡No entendí nada! Algo tan difícil de entender no debe ser tan
bueno", o tal vez: "¡Qué aburrido suena eso de contemplar a Dios… y
por toda la eternidad! A mí me gusta la actividad, eso de ángeles, querubines y
cantos gregorianos… ¡como que no se me antoja!"
Realmente esta imagen del Cielo resulta muy poco atractiva
para cualquiera, pero es que el Cielo no es como lo pintan los cuadros. ¿Qué
tal si te digo que el Cielo es algo así como la suma de todos tus momentos
felices, de todos tus deseos cumplidos, de todos tus "hobbies"
realizables? Empieza a sonar interesante, pero aún se queda corto.
Ante la imposibilidad de explicar lo que es el Cielo, muchos
autores y teólogos han intentado describirlo como lo que no es: en el Cielo no
habrá sufrimiento, no habrá hambre, ni sed, ni cansancio, ni injusticias, no
existirá el dolor y tampoco la muerte.
Esto es un buen comienzo, sin embargo, es demasiado pobre el
describir el Cielo como la ausencia del mal, pues el Cielo es eso y mucho más.
El Cielo es felicidad que rebasa nuestros deseos, actividad
sin cansancio, descanso sin aburrimiento, conocimiento sin velos, grandeza sin
exceso, amor sin afán de posesión, perdón sin memoria, gratitud sin
dependencia, amistad sin celos, compañía sin estorbos. En el Cielo, Dios nos
concederá mucho más de lo que podemos pedir o imaginar y aún aquello que no nos
atrevemos a pedir.
Realmente puedes imaginarte el Cielo como quieras: imagina
el lugar más bello que hayas visto, llénalo de todo lo que te guste y quítale
todo lo que te disguste, despúes pon en él todo lo bueno que te puedas
imaginar, acompañado de gente extraordinariamente buena y simpática, haciendo
aquello que más te guste. Cuando hayas terminado de visualizar así el Cielo,
puedes estar seguro de que esa imagen es nada junto a lo que realmente será.
¿Por qué se usa el cielo como símbolo del Cielo?
La bóveda celeste, el firmamento, es el símbolo que desde
siempre se ha utilizado para representar el Cielo. Este símbolo significa lo
trascendente, lo inaccesible, lo infinito. Si observamos el cielo en una noche
estrellada, forzosamente nos llenaremos de admiración y sobrecogimiento ante la
belleza y la grandiosidad del mismo. Sin embargo, el Cielo, la felicidad
eterna, sobrepasa este símbolo.
¿Es el Cielo un lugar? ¿En dónde se encuentra?
No lo podemos ubicar ni arriba ni abajo, ni delante ni
detrás, pues el Cielo no es un lugar, sino un estado en el cual los hombres
encontraremos la felicidad buscada y la conservaremos por toda la eternidad.
¿En el Cielo seremos como ángeles o tendremos también
cuerpo?
Dios nos ha creado como hombres y nos ama como hombres, por
eso, el premio que nos ofrece es para disfrutarlo como hombres, dotados de alma
y cuerpo.
En el Cielo nuestra alma disfrutará al estar en contacto con
Dios y, después de la resurrección de los cuerpos, también disfrutaremos con un
cuerpo, aunque será un cuerpo distinto, un cuerpo glorioso que ya no estará
limitado por el espacio y el tiempo, como el de Jesús resucitado, que podía
aparecer y desaparecer en cualquier lugar. San Pablo habla de esto en I Cor 15,
40 ss.: Sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros
seremos transformados. Porque es necesario que ese ser corruptible sea
revestido de incorruptibilidad y que ese ser mortal sea revestido de inmortalidad.
¿Cómo podré ser feliz si alguna de las personas a quienes
amo están en el infierno?
Por supuesto esto es un misterio, pero la felicidad que
recibirás en el Cielo colmará todas tus necesidades y nada podrá limitarla.
Tendrás el conocimiento perfecto y una claridad absoluta
acerca de las intenciones de los demás, te darás cuenta de que los condenados
no están recibiendo un castigo injusto, sino que ellos mismos lo han escogido
libre y voluntariamente. Su sufrimiento no afectará tu felicidad plena.
¿Existen diferentes tipos o niveles de felicidad en el
Cielo?
Sí, pero esto no se debe a que el Cielo sea diferente, sino
a que las personas que llegan a él son diferentes. La felicidad será plena para
todo el que llegue al Cielo. No es que unos sean más felices que otros, todos
serán totalmente felices en la intimidad con Dios , pues todos estarán
totalmente llenos de Dios. La diferencia está en que, así como hay vasos
grandes a los que les cabe más agua que a otros más pequeños, de la misma
manera, hay almas más santas y otras menos, de acuerdo con la capacidad que
cada uno desarrolló a lo largo de su vida.
Lo que Jesús nos dijo acerca del Cielo.
Jesús nos habla en el Evangelio muchísimas veces acerca del
Cielo y nos lo explica en un lenguaje que podemos entender:
A los hambrientos les hablaba de pan, a la samaritana de un
agua que sacia definitivamente la sed (Jn 4, 1 ss). Hablaba de perlas preciosas
(Mt 13, 45.), de onzas de oro, de una oveja perdida y recuperada. Nos habla de
un banquete, de una fiesta de bodas, de redes colmadas de peces, de un tesoro
escondido en el campo.
Todos estos símbolos que utiliza Jesucristo nos pueden dar
una idea de la felicidad que tendremos en el Cielo, ya que las felicidades
terrenas son una imagen de la felicidad celeste.
Algunos testimonios de los que han visto lo que es el Cielo
Han existido muchos santos a los que Dios les ha concedido
la gracia de poder ver lo que es el Cielo. He aquí algunos de sus testimonios,
con los cuales han tratado de explicarnos con palabras terrenas lo que nos
espera en el Cielo:
San Pablo: Dios es capaz de hacer indeciblemente más de lo
que nosotros pedimos o imaginamos (Ef 3,20).
Nada son los sufrimientos de la vida presente, comparados
con la gloria que nos espera en el Cielo (2 Cor 4,17).
Teresa de Jesús: Pude ver a Jesús en su Santa Humanidad
completa. Se me apareció con una belleza y una majestad incomparables. No temo
decir que, aunque no tuviéramos otro espectáculo para encantar nuestra vista en
el Cielo, ya sería una gloria inmensa. (Vida de Santa Teresa).
San Agustín: Es más fácil decir qué cosas no hay en el
cielo, que decir qué cosas hay:
En el Cielo contemplaremos y descansaremos, descansaremos y
alabaremos, alabaremos y amaremos, amaremos y contemplaremos. (Confesiones).
San Juan de la Cruz: Tanto es el deleite de la vista de tu
ser y hermosura, que no la puede sufrir mi alma, sino que tengo que morir
viéndola, máteme tu vista y hermosura. (Cántico espiritual).
San Francisco de Asís: El bien que espero es tan grande, que
toda pena se me convierte en placer.
¿Qué debo hacer para alcanzar el Cielo?
Jesús nos habla en el Evangelio del camino a seguir:
Entrar por la puerta estrecha (Mt 7,13.).
Tomar la cruz.
Vender todo lo que tienes y dárselo a los pobres.
Dejar a tu padre y a tu madre.
Tomar el arado y no voltear hacia atrás.
¡Se oye muy fuerte! ¡Parece muy difícil! Sin embargo, si
vuelves a leer los testimonios de los santos que han podido verlo, te darás
cuenta de que vale la pena y que ningún sufrimiento es demasiado grande para
evitar que luchemos por él.
Querer ganar el Cielo significa tratar de tenerlo desde
ahora y eso, como ya vimos, se logra viviendo las Bienaventuranzas.
Tener el Cielo es tener a Dios y tener a Dios es vivir en
gracia.
Entre la gloria y la gracia no hay diferencia en esencia:
Quien tiene la bellota, ya tiene el encino; quien posee la gracia santificante,
posee el Cielo, es decir a Dios. Las diferencias son en el modo de tenerlo:
Aquí en la Tierra, quien tiene la bellota, tendrá más tarde el encino. La
bellota no es aún el encino, pero llegará a serlo. En la tierra vemos el
capullo, en el cielo la flor; en la tierra el amanecer, en el cielo el
mediodía; aquí las sombras, allá la luz; aquí lo parcial, allá la plenitud;
aquí la lucha, allá la victoria.
Los medios para vivir siempre en gracia ya los conoces:
- la oración;
- la huida de las ocasiones de pecado;
- el sacrificio;
- la frecuencia en la recepción de los sacramentos;
- la devoción a la Virgen María,
- la vivencia de las Bienaventuranzas.
Para salir victoriosos en el Juicio Final: Jesús nos lo dice
claramente:
"Venid benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me
disteis de comer, porque tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me
vestisteis, forastero y me acogisteis, enfermo y me visitasteis… Todo lo que
hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis."
fuente: www.catholic.net
La meta a la que aspira la Iglesia es la “Jerusalén nueva”,
el “Paraíso” o el Cielo, como comúnmente se le conoce. Pero “más que de un
lugar, se trata de un ‘estado’ del alma, en el cual nuestras expectativas más
profundas serán cumplidas de manera superabundante y nuestro ser, como
criaturas y como hijos de Dios, alcanzará la plena maduración”.
Papa Francisco I
Que opinas?.... allá nos vemos?
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