En este diálogo lo más natural es que digamos alabanzas, demos gracias, pidamos perdón o imploremos lo que necesitamos.
Para un cristiano orar es un deber. Si lo consideramos bien; ¡qué tal suerte la nuestra: poder hablar con Dios o con la Virgen, con la sencillez y confianza de un hijo con su papá, con su mamá! Porque esto son para nosotros; y sabemos que nos aman y que todo lo pueden.
Dios escucha siempre nuestras oraciones; lo dice la Biblia: "Me invocarán, y yo les escucharé" (Jer 29,12); "Pidan y recibirán" (Jn 16,24).
¿Qué es orar?
Orar es dialogar con Dios, nuestro Padre celestial, para escucharle, alabarlo, darle gracias y pedirle aquello que nos conviene.
¿Tenemos obligación de orar a Dios?
Sí, tenemos obligación de orar a Dios; pero no sólo obligación, sino necesidad, porque Dios es nuestro Señor y nuestro Padre, porque Jesucristo nos lo manda y porque la oración es el medio ordinario de alcanzar la gracia y los demás beneficios de Dios. San Alfonso María de Ligorio enseñaba claramente: "el que no reza, no se salva".
¿Dios escucha siempre nuestras oraciones?
Sí, Dios escucha siempre nuestras oraciones y nos concede lo que es más conveniente para nuestra salvación.
¿De cuántas maneras puede ser la oración?
La oración puede ser mental y vocal; o sea, hecha sólo con la mente o hecha con palabras dichas con atención.
¿Debemos orar a la Santísima Virgen María?
Sí, debemos orar a la Santísima Virgen María porque es la Madre de Dios y es Madre nuestra que intercede por nosotros y a la que nada negará Jesús cuando le hable de nosotros. La historia de la Iglesia está marcada por la experiencia de que María Santísima nuestra Madre escucha siempre a sus hijos. Como bien dice una antigua oración cristiana: "jamás se ha oído decir que alguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio, haya sido abandonado de ti".
¿Hemos de orar también al ángel custodio y a los santos?
Si, hemos de orar al ángel custodio porque está a nuestro lado siempre para ayudarnos, y a los santos porque interceden por nosotros ante Dios.
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La oración es fácil y difícil a la vez. Es fácil porque es
Dios el que toma la iniciativa y a nosotros nos toca responder. Es difícil
porque nos gustaría "saber" muchas cosas en esta relación con Dios,
pero con humildad tenemos que reconocer que no sabemos. Pero es precisamente en
este "no saber" donde encontramos una gran riqueza si dejamos que
Jesús nos hable...
Les presento una oración sencilla para poder rezar con
humildad aprovechando nuestras debilidades.
Mi alma le dice a Jesús: no sé, y Jesús le contesta a mi
alma...
Mi alma: no sé qué decir...
Jesús: es que no tienes que decir nada, tan sólo escucha.
Mi alma: no sé cómo comenzar...
Jesús: es que no hay que comenzar lo que inició desde toda
la eternidad. Yo te amé con amor eterno.
Mi alma: no sé cómo entrar en presencia de Dios...
Jesús: me tienes dentro, busca bien, eres templo de Dios,
haz silencio
Mi alma: no sé qué hacer en la oración...
Jesús: no tienes que hacer nada, sino dejarte mirar por mí,
escucharme, lo demás, llega sólo.
Mi alma: no sé cómo escuchar...
Jesús: mi Palabra es eterna, inclínate hacia tu corazón,
escúchalo, ahí está grabada
Puedes ponerte en presencia de Dios y presentar tus no sé a
Cristo, escuchando cómo Él te va respondiendo y así, dejar que te llene de su
sabiduría. Nosotros no sabemos Él es la sabiduría infinita que nos ama, nos
conoce y nos abraza.
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